Alimentación ecológica: una aproximación al fenómeno
- Eva Royo
- 1 dic 2020
- 6 Min. de lectura
Hoy junto con mi compañera Irene Villaseñor hemos hecho una investigación sobre el nicho de la alimentación ecológica y su comunicación. Para ello, vamos a analizar el sector y la importancia económica que tiene en España. España es un potente mercado exportador, concretamente el cuarto de productos ecológicos y el quinto con mayor número de industrias ecológicas en el mundo (7813).
Siempre se ha considerado un país con un fuerte potencial en la producción agrícola y ahora más que nunca en la producción ecológica que se estima en valor en unos 2.000 millones de euros. Pero no solo encabezamos los rankings en producción. En consumo, España se sitúa el décimo mercado mundial de productos ecológicos.

Tradicionalmente siempre se ha cultivado el cereal, la vid y el olivar. Así, nos situamos siendo el primer productor mundial de aceite de oliva y vino ecológico, el segundo de cítricos y legumbres ecológicos, el sexto en cereales, y el séptimo en hortalizas. Además, el décimo productor en frutas ecológicas. Esto se debe al clima y suelo tan favorable que forma nuestro país.
Los productos ecológicos no son algo nuevo, pero desde los años ochenta se produce un auge del mercado ecológico. En Europa el consumidor empieza a relacionar la alimentación con la salud, probablemente, debido a los escándalos que se produjeron con algunos productos alimentarios. Así, el consumidor le empieza a dar especial importancia al producto nacional y artesanal.
Los últimos estudios sobre la venta de productos ecológicos son de 2019 donde un 46% de los compradores escoge productos ecológicos para cuidar de su salud, el 39% porque son sostenibles y el 15% lo hace por su sabor.
El público más frecuente es el femenino (un 56% de la población) con una media de edad entre los 30 y 40 años, pero según va avanzando esta nutrición se van animando mucho más adolescentes. También es más frecuente que lo utilicen en grandes ciudades por la existencia de grandes supermercados y sobre todo en domicilios con niños.
El recurso económico para estos alimentos es primordial porque estos precios no se lo pueden permitir cualquier persona, ya que uno de cada tres clientes que los consumen es de clase media alta o alta. La motivación de estas personas para su consumo es debido al productos cercanos a su entorno, por su preocupación por el medio ambiente o porque están bien informados y entienden e identifican estos artículos.
En 2018, los consumidores españoles gastaron cada día 5 millones de euros en alimentación ecológica. El gasto anual per cápita se ha duplicado en cuatro años, y ahora son ya 42 euros por persona y año. Así, son ya 2 de cada 100 euros de nuestra cesta de la compra. Asimismo, va cambiando el perfil del consumidor ecológico, antes la mayor parte era la población entre 35 y 50 años, ahora los menores de 35 van cogiendo fuerza como consumidores de productos ecológicos. Ahora, además de las tiendas especializadas en estos productos, muchos de los grandes supermercados ya poseen su zona “bio”.

Los alimentos ecológicos son aquellos que proceden de la agricultura ecológica, sin emplear sustancias químicas, sin añadir sustancias artificiales, sin organismos modificados genéticamente (transgénicos), que respetan el ritmo de crecimiento y certificado por un organismo de control. Resumiendo, son aquellos que se obtienen, distribuyen y comercializan mediante procesos respetuosos con el medio ambiente. Muchos de los consumidores confunden “ecológico” con “natural” pero estos últimos son los que proceden de la naturaleza, pueden ser ecológicos o no.
El método que tienen estos productos en su procedimiento es que se subestime el factor humano en el medio ambiente. Dentro de este tipo de producción encontramos una gran variedad de productos como son los ecológicos, bio u orgánicos. Los productos tanto ecológicos como orgánicos son dos conceptos similares e, incluso, sinónimos esto se debe a que no permiten pesticidas ni fertilizantes químicos, pero la gran diferencia es que los segundos pueden estar manipulados genéticamente. Por su parte., los bio hacen referencia a aquellos que no han sido alterados genéticamente, es decir, que no han transitado por un laboratorio. Sin embargo, estos pueden contener pesticidas debido a su producción.
Pero, cuando consumimos productos ecológicos, al no contener químicos ni fertilizantes, se evita la contaminación del entorno y fomentan el desarrollo sostenible. Con su consumo también evitamos el aumento de intoxicaciones y enfermedades, reducimos el riesgo de alergias y obtendríamos mayor número de antioxidantes adicionales.
Estos productos también son mucho más ricos y sabrosos y poseen mayor valor nutricional que los llenos de conservantes y colorantes. Eso sí requiere mucha más mano de obra, y por lo tanto, energía y dinero. Por lo que esto lleva como consecuencia que su precio es superior al resto de los alimentos y no pueda competir con la producción industrial. Son productos innovadores y desconocidos para muchas personas.
Cada vez, son más accesibles pero aun así según un análisis que realizó la página de ahorro Cuponation sobre una cesta de la compra en productos de este tipo y en productos convencionales los alimentos ecológicos son más caros. Concretamente un 110,55%, habiendo excepciones. También hay gran diferencia entre si estos productos se comprar en una tienda especializada o en un supermercado, siendo los productos adquiridos en las primeras un 7,54% más caro.
La mayor parte de los ciudadanos de una amplia variedad de edad y tipo de ingresos pagan sumas muy altas por productos que están vinculados con las conveniencias de cada uno. El 70% de los consumidores pagan una cantidad del 35% por sus compras sostenibles, es decir, en alimentos ecológicos. Y el 57% están preparados a cambiar sus costumbres a la hora de hacer la compra para reducir el impacto ambiental. La gran diferencia que va a tener los precios ecológicos de los precios convencionales va a depender del tipo de producto y de la marca que se compare, es decir, si es marca blanca o de otro repartidor. Pero, también va a depender de la decisión de compra de un producto:
Conocer el producto y sus valores añadidos.
Establecer la comparación entre “ventajas” y “sobreprecio”.
Comprar el producto si se produce el equilibrio: esto significa que si valiendo lo que vale merece la pena o no.
Dentro de los canales de distribución de los alimentos ecológicos podemos encontrar una distribución convencional donde destacan las zonas “bio” de los supermercados y grandes superficies. Por otro lado encontramos la distribución especializada donde situamos a las tiendas ecológicas, ya sean grandes o pequeñas, las tiendas gourmet, las especializadas en productos, las parafarmacias, herbolarios… Otra forma de distribución es la venta directa en granjas o industrias, asociaciones de productores o el comercio electrónico. Por último cabría destacar otros formatos de distribución como pueden ser las ferias y mercadillos, las catas y los eventos.

Según el «Manual de aplicación a la venta detallista» la alimentación ecológica necesita tener una gran demanda en el mercado y un amplio poder de venta. Para ello necesitan que la oferta y la demanda estén en equilibrio a través de estos elementos:
Factores propios del producto
El precio
La calidad: dividida en dos calidades; en objetiva y la percibida.
El servicio que ofrece esta alimentación ecológica.
Elementos impropios al producto que afectan al mercado
Factores sociodemográficos
Factores sociopolíticos: políticas, campañas de grupos de presión…
La evolución del comportamiento de los consumidores: lo que busca el producto y por qué coge ese producto, es decir, sus necesidades y las expectativas que tiene el cliente.
La sociedad y las formas de vender y comunicarse han cambiado. Por ello, la industria de la alimentación ecológica se ha tenido que adaptar como muchas otras para dar a conocer sus productos y los beneficios de estos. Quizás antes desconocíamos estos productos pero sin darnos cuenta han ido haciéndose un hueco en la sociedad y tienen que mantenerse al día para progresar aún más.
La gran parte de los comercios y empresas cuentan con páginas web para darse a conocer o para comprar su producto. Además, alguna incorpora un espacio donde informan sobre los beneficios de los productos ecológicos, como cocinarlos o cuál es el mejor producto. Y aunque las páginas web las mantengan al día tienen que difundir su información, producto y su establecimiento. Para ello, muchas de ellas han echado mano de las redes sociales y de la publicidad.
A pesar de este avance con las tecnologías todavía siguen existiendo ferias para darse a conocer, como la Feria Biocultura que tuvo lugar en IFEMA el año pasado y volverá el año que viene. También hay mercados más tradicionales donde se pueden adquirir este tipo de productos y así promocionarse. En general, la sociedad está cambiando y las industrias tienen que cambiar con ella.
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